martes, 1 de junio de 2010

Me quedé con tu voz,

padre insondable,

dolor de soledad

con grito agudo.

Me quedé sin recuerdos,

en medio de carencias

y rencores,

con ganas de exigirte:

¡regresa de la muerte

y el castigo!

Con ganas de mirar

tu rostro tibio,

tu distancia de dolor

y tu clemencia.


Como sombra de gato

en la ventana,

tu recuerdo se ocupa

de mi suerte.

Afortunado soy,

me comporto como un dolor

clavado en la cabeza

del futuro.

Me quedo con la canción

que no cantaste.

Con tu disco favorita de

Lara y sus interpretes.

Me quedo con el vaso

vacío de la nostalgia

y el vino encantador

de la serpientes;

el abrigo que llega

con la noche

o con la tarde final

de tu destino.

Te fuiste sin luchar;

no te perdono.

Veo la mano que tendí

y no alcanzaste.

La muerte es ese pozo

Interminable,

donde dragones

borran los caminos.

1 comentario:

  1. Felix, qué tristes y hondos pensamientos... me los imagino como navegando por tus sienes, tu cabello, mientras que las vagas imágenes de un "alguien" se mecen a través de tu ventana en la noche, mientras escribes.
    Un beso.

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