¿No se de dónde viene el frío de tus manos?
¿De dónde el hielo mortuorio de tus labios?
¿De dónde el congelamiento?
Únicamente me queda sentir el temor que llega,
la angustia de alpinista perdido entre avalanchas
y convencido de que el frío que congela los dedos
pronto llegará al corazón.
Por eso no cualquiera es alpinista, ademas dicen que allá arriba lo que mata no siempre es el frío, si no la falta de aire.
ResponderEliminarY si llega al corazón, difícilmente habremos de salvarnos, porque al igual que la inaición, el frío nos derrumba y nos incrusta una especie de piedra en el alma...
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