TLALPAN, 1981
Son ellos, nuestros muertos, mamá; los que vigentes se acurrucan de pronto a un lado de tu cama, prenden la luz a media noche, caen de la gracia al miedo y te ayudan a conciliar el dolor de estómago con la pereza propia del descanso nocturno.
Son ellos, nuestros muertos, mamá; los del miedo convenido de pronto, sin ambages ni penas que ocultar. Ellos no lloran, madre, como lloran los niños, ni se levantan sonámbulos a las tres de la mañana como papá, ni beben con nosotros los viernes por la noche, ni duermen en la sala, ni en el patio, ni ladran, ni maúllan.
Son ellos, nuestros muertos, los que sueñas tres veces por semana; los mismo con los que habla el vino de mi hermano y el llanto que evitamos asociar con el recuerdo.
Son ellos, nuestros muertos, mamá; los que proceden del día del odio; los que sin quererlo se unen al tiempo de la casa que crece y se hace eterna; al tiempo de pasillos incompletos, de sombras remplazadas e inocentes; de sangre y mancha propia en cada mano abierta, en cada mano dispuesta a rozar el rostro frío y común de los difuntos; a repeler el asco, la imprudencia, la imposibilidad de hablar sin ser distinto, sin ser ajeno al mito y a la sombra, sin ser imagen propia de álbum, de credencial única abandonada al miedo en el mismo buró que sostuvo la sombra, una hora antes de la muerte.
Son ellos, nuestros muertos, mamá; los que enmudecen con nosotros, con la tarde, con el gato que duerme en la cocina, con la casa sin luz, sin inocencia; que enmudecen también con el llanto prestado, con el niño y la ausencia; con la cara dibujada en el cristal, con los cuadros (herencia del tiempo de la virgen mutilada), con la música aprendida, con toda la calma de un mundo sin espacios forzados e inminentes, sin recamaras vacías, impacientemente vacías.
Son ellos, mamá. Hay que esperarlos, con la sonrisa alerta del que vive enmendando recuerdos.
Bravísimo, que bueno que no nada más dejaste para nosotros, esta hermosa fotografía
ResponderEliminarSon ésos, nuestros muertos, los que al respirar por tus letras, tus laberintos, tus recuerdos, me han dejado hoy enmudecida.
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