harto de levantarte de la lona
siempre en el primer round
harto de recoger tu tiradero
el desorden vulgar de tus sentido
de encontrarme contigo en la mañana
y dar vuelta al pasado y al destino
harto de revivir todas tus noches
la luna descubierta de tus sueños
como el poema que te nombra y calla
como la falsa epístola que leo
harto de vivir pegado a tus poetas
a tus manos dispuestas al olvido
harto de oir tu nombre en los cristales
en el eco siniestro de la infancia
vergüenzas y rencores en la puerta
bajo la lluvia típica de Tlalpan
harto de ti que mides la distancia
entre huir y nacer que no es lo mismo
que saltas al vacío de tus encuentros
e igualas el dolor con el cinismo
harto de recobrar tus piezas sueltas
de pagar el rescate de tus sueños
de acompañarte en fríos y torpezas
los días que huyes y te quedas
por qué no abres las puerta del silencio
y te guardas de cantos de sirena
y te dedicas a ordenar tu estudio
y bajas esos kilos de recuerdos
y velas la salud de tus mascotas
por qué no olvidas de una vez y para siempre
y te curas de la muerte con amnesia
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